Con arte y con rigor nos introduce en las complejidades maravillosas de nuestros dos sentidos químicos, el gusto y el olfato, en su excelente, ilustrativo y suculento ensayo: "El Cerebro Goloso", traducido al castellano y puesto a disposición del público hispanohablante por la Editorial Rubes. Holley no sólo divulga y enseña su ciencia, sino que investiga y organiza, como demuestra el Centro de las Ciencias del Gusto, del que es socio fundador.
1)-Parece que nuestro sentido del olfato tiene un vínculo sutil con nuestra memoria. Podemos recordar cosas de nuestro pasado por un aroma. ¿Cómo explica esto?
La formación de la memoria de los olores no es un proceso aislado. Cuando percibimos olores, percibimos también, imágenes, sonidos, sabores; tenemos en un cierto estado afectivo, un cierto humor. Estas percepciones y sentimientos constituyen el contexto de la percepción olfativa. Son cosas almacenadas en la memoria al mismo tiempo que el olor, como por ejemplo una época de la vida. Más adelante, cuando el olor resurge, la activación de este recuerdo desemboca en la de los otros recuerdos almacenados simultáneamente. Al mismo tiempo, nuestro estado afectivo se modifica según la intensidad afectiva almacenada en la memoria con el olor en sí mismo.
2)-Popularmente se atribuye más olfato, en nuestra especie, al sexo femenino que al masculino. Además parece que las mujeres desarrollan aún más este sentido durante el embarazo. ¿Tenemos pruebas científicas de que así sea?
La mayoría de los estudios están de acuerdo en reconocer a las mujeres una superioridad sobre los varones tanto para detectar olores como para identificarlos. Hemos utilizado la hipótesis de que esta superioridad estaba vinculada a una mayor familiaridad, debido a la mayor implicación
que tienen las mujeres en las tareas domésticas, la cocina por ejemplo. Es cierto que los odorantes utilizados en los estudios han sido en su gran mayoría productos de uso doméstico. El origen cultural de la superioridad olfativa femenina es, en consecuencia, posible, pero no demostrado. Otro factor, no cultural, esta vez biológico, ha sido también utilizado como hipótesis: la influencia hormonal. Estudios ya antiguos han observado, que la mujer tiene una sensibilidad olfativa distinta durante el ciclo "ovárico". Pero sin duda, no es específico al olfato. En cuanto al
crecimiento aparente de la sensibilidad de la mujer embarazada, cuya manifestación es el rechazo a ciertos olores, su origen no es claro. Podría tratarse de una mayor atención hacia los olores en vez de una mayor sensibilidad olfativa.
3)-¿En que medida diría que son adictivas drogas tales como el alcohol o el tabaco debido al factor "gusto"?
Un sustancia es una "droga" si, llegando al cerebro, encuentra receptores ubicados en los neuronas que participan en circuitos que calificamos generalmente de circuitos de "recompensa" o de "reforzamiento". Las drogas hacen el papel de neurotransmisores naturales endógenos, imitando su acción. Es el caso para las substancias "opiáceas", la nicotína o también el alcohol. La acción adictiva del alcohol o del tabaco se basa en primer lugar en la penetración de las moléculas en el cerebro a través de la circulación sanguínea. Su aroma por sí solo no podría tener este poder. Sin embargo, los aromas están asociados al efecto cerebral de las sustancias adictógenas y, en consecuencia, refuerzan el valor atractivo de estas substancias.
4)-Hoy en día se empieza a contemplar con mayor interés la posibilidad de que las feromonas operen de alguna forma en nuestra especie. Por ejemplo en un estudio se puso de manifiesto que las mujeres se sentían más atraídas por el olor corporal de varones cuyo sistema inmunológico fuera distinto al suyo, y el americano R. Douglas Fields encontró un nuevo nervio craneal (al que numeraron 0) asociado al órgano vomeronasal. ¿Hasta que punto diría que influye el sentido del olfato en nuestra elección de pareja?
La cuestión de las feromonas humanas es muy (y apasionadamente) debatida. Estamos lejos de conseguir un consenso entre los investigadores. Pienso que la mayoría de ellos es escéptica en este asunto. Cuanto más escéptica cuanto que el órgano de los mamíferos que detecta las feromonas sexuales (órgano vomeronasal) no es funcional en la especie humana. Los genes receptores de moléculas feromonas están presentes en nuestro genoma, pero son incapaces de guiar la síntesis de los receptores. Son pseudogenes. Podemos, obviamente, pretender que el sistema olfativo principal está capacitado para reconocer signos biológicos del entorno sexual, sin que el órgano vomeronasal sea imprescindible. Pero, estaría sorprendido de que se pudiera demostrar que las relaciones sexuales estén significativamente determinadas por signos olfativos.
5)-Me enteré hace no mucho que en la industria del automóvil algunas empresas tenían expertos en oler sus autos nuevos. ¿Qué otras extravagancias conoce de esta índole?
El interior de los coches nuevos contiene numerosas materias sintéticas que ofrecen olores que no son del agrado de todos. Los industriales se esfuerzan en identificar el origen de estos olores para tratar de eliminarlos, lo que no es nada fácil. Sin embargo, los coches usados que se tratan de vender de segunda mano han perdido estos olores adquiriendo otros. Se puede entonces darles una "segunda juventud" vaporizando en ellos olores de coche nuevo. El coche huele a nuevo y esto se convierte en un argumento implícito de venta.
6)-El gusto y el asco están estrechamente asociados. Pero en esa asociación hay también aspectos culturales. Por ejemplo en Occidente sentimos repugnancia a comer cucarachas, pero en el extremo oriente las consumen con placer. ¿Cómo se relacionan neurobiológicamente el gusto y el asco? ¿cómo interactúan genes y cultura en estos aspectos?
Hay que distinguir entre el mal gusto (mal sabor) y el asco (o disgusto). Las sustancias muy amargas tienen mal sabor; están consideradas como desagradables, sobre todo cuando están concentradas. Se trata de un sabor aportado por el sentido gustativo. El carácter desagradable
del amargo resulta de una predisposición genética. Los niños rechazan las sustancias amargas desde su nacimiento. No obstante, después de una cierta familiarización, los adultos pueden aceptar el amargo, sobre todo combinado con dulce (azucarado). Es la prueba de que las predisposiciones genéticas pueden estar moduladas por la experiencia. El asco es diferente. Se caracteriza por el hecho de generar nausea. Se clasifica como una emoción fundamental, como puede ser la alegría, el dolor, el miedo... Existe una mímica típica del asco que todo el mundo
entiende sin ambigüedad al ver un rasgo facial expresando el asco. El asco no se genera a través del sentido gustativo; el olor lo puede provocar, pero también la vista, o solamente la representación mental de un objeto o de una situación. Me da asco beber leche si una mosca se cae en mi vaso: sin embargo el sabor de la leche no ha cambiado. La existencia del asco parece universal pero los objetos (las razones) del asco son variables según las culturas. Algunos piensan que el asco tiene como finalidad la de preservar el individuo de contaminaciones potencialmente peligrosas para su vida. Primitivamente, el asco se manifestaba a través de la ingesta de alimentos, pero puede estar extendido metafóricamente, y por extensión al entorno moral.
7)- El olfato y el gusto han sido, cabe suponer, seleccionados en la evolución. Es natural que aquellos potenciales alimentos que sufrieran un proceso de descomposición bacteriana, al ser más dañinos para nuestro organismo, terminasen por sabernos peor. ¿Cómo han evolucionado el gusto y el olfato para detectar los peligros del ambiente?
Es sobre todo el olfato el que está en el origen de las reacciones de asco. Hay olores muy desagradables que resultan de la descomposición bacteriana de la materia viva. Las náuseas provocadas por tales olores son el manifiesto del rechazo de consumir. Se puede entender la finalidad de esta reacción como una protección contra las toxinas bacterianas. En mi opinión personal, pienso que existen en el cerebro dispositivos que han evolucionado para producir reacciones de disgusto hacia algunos tipos de olores que señalan la descomposición. Pero tengo que decir que muchos especialistas sostienen que se tratan de reacciones aprendidas, no reacciones genéticamente determinadas. Se basan en las variaciones culturales que permiten que algunos olores parezcan horribles a algunos cuando son muy apreciados por otros. Es una cuestión difícil que queda por resolver.
8)-Algunas personas padecen "cacosmia". ¿Cómo explica esta enfermedad?
En algunos casos de infección microbiana o traumatismos en las mucosas olfativas o en el nervio olfativo, los olores están modificados: no se reconocen. Muy a menudo, estas percepciones modificadas están calificadas de cacosmias (del griego kakos = malo). Es de notar que toda alteración de la percepción olfativa es vivida como desagradable. Se puede imaginar que el mensaje olfativo parcial que se basa en la actividad de fibras olfativas remanentes está demasiado perturbado para reconocer lo que era originalmente. En este caso, el cerebro atribuye un valor negativo a todo mensaje alterado que no puede reconocer.
9)- Un perro puede detectar a gran distancia los olores, y crear un mapa olfativo de su entorno. ¿A qué distancias se puede llegar a oler?
Cuando una fuente odorante libera productos volátiles, no tenemos que pensar que esta liberación se realiza de forma homogénea en el espacio. Existen corrientes aéreas cuya geometría es compleja. las moléculas odorantes pueden ser transportadas largas distancias cuando son llevadas por flujos de aire pero pueden no estar presente en algunos sitios a escasos metros de la fuente. El perro que está a favor del viento puede detectar moléculas en concentraciones que superen su umbral de percepción a centenares de metros de su origen. Los insectos que pueden llegar hasta el origen de un feromona tienen un vuelo en "zigZag" que traduce el hecho de que buscan corrientes que porten la señal; los salmones siguen también corrientes odorantes que les permiten remontar los ríos.
10) Muchas percepciones no llegan a la consciencia. Cabe suponer que entre ellas ha de haber muchas olfativas. ¿Así puede suceder que estemos en algún lugar y,por un olor del que no somos conscientes, que implícitamente asociamos a alguna vivencia pasada ingrata, nos sintamos incómodos?
la memoria implícita, cuando estas informaciones olfativas que no habíamos percibido de forma consciente, son utilizadas mas adelante. Sin duda la percepción por parte de la consciencia supone un cierto grado de atención. Sin atención, un olor ligero puede no notarse, mientras que es inmediatamente percibido en cuanto la atención se dirige hacia el. Este papel de la atención no es propio de los mensajes olfativos; en la percepción por los demás sentidos tiene su importancia también. Pero la longevidad de los recuerdos no conscientes y su poder de evocación afectivo son probablemente mayores que los de las demás modalidades sensoriales.
Ref: http://ilevolucionista.blogspot.com
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