viernes, 6 de mayo de 2011

Art.31.La Consciencia Biológica (entrevista a John Searle)

La consciencia es el fenómeno de fenómenos, y hunde sus raíces en el tejido cerebral. Hay algo en la sustancia biológica que suscita la emergencia de esta propiedad única que es la ontología en primera persona. Esta consiste en un campo subjetivo, unitario y cualitativo que divide todo en dos partes esencialmente desiguales: por un lado está la experiencia, que se considera y se vive como un estado o conjunto de estados internos, y por otro todo lo experimentado o susceptible de ser experimentado, que se proyecta de dentro afuera, percibiéndose como algo proyectado de fuera a dentro.

Muchos científicos cognitivos han creído que el soporte biológico sobre el que la información se transmite no es tan importante como la información misma. Así, el silicio y el carbono debidamente estructurados podrían servir igual de bien como hardware sobre el que implantar un software consciente. Pero este punto de vista computacional, que ve en el cerebro una especie de superordenador que podría ser replicado robóticamente, y conocido como inteligencia artificial fuerte, fue hábilmente rebatido por el experimento mental de la Habitación China, propuesto por el filósofo americano
John R. Searle, Profesor de la Universidad de Berkeley.

Repitámoslo. Imaginemos que estamos en una habitación. Por una pequeña ventana nos dan pequeñas cartulinas con símbolos chinos. Disponemos de un pequeño manual en el que podemos encontrar correspondencias para dichos símbolos, también en chino. Una vez comprobada la correspondencia tenemos que coger una tarjeta en la que esté impresa la misma y tirarla por la ventana por la que entró la cartulina. La habitación, con nosotros dentro, es un procesador de información en el que se manejan símbolos, pero se desconoce por completo el significado de los mismos. Las respuestas son correctas, de acuerdo con las instrucciones del libro (que sería como el programa de un programador), pero ni nosotros ni la habitación entenderíamos nada de chino ni, por tanto, de los mensajes recibidos o enviados. No habría nada parecido a una consciencia en chino.

John Searle comenzó su carrera filosófica analizando las sutilezas intencionales que se esconden en el lenguaje en cada acto del habla. Profundizó la intencionalidad, entendiendo por esta mucho más que el deseo y la motivación para hacer algo. La intencionalidad, en una perspectiva más amplia, atañe a la atribución de significado a las cosas del mundo. Luego trató de entender la intencionalidad social, como distinta de la individual, es decir, todos esos significados compartidos sobre los que se fundamenta el trato social y se elevan las instituciones. Pero su objeto de interés más destacado, que a su juicio es el más importante de las ciencias biológicas, es la consciencia.

Searle se rebela contra dualismos y monismos a la hora de intentar explicar la consciencia. Todo lo que se sabe a día de hoy apunta sin ambages al cerebro como el causante de la misma. El dualismo debe de ser descartado. Pero hay en el tejido nervioso, en su sustancia, algo que hace posible la consciencia, algo que no puede encontrarse en otros lugares, ni en otras materias. Por otra parte el fenómeno de fenómenos es lo suficientemente claro y distinto como para que no pueda reducirse alegremente a un conjunto de sucesos neurobiológicos. A esta perspectiva la llama él naturalismo biológico.

A la consciencia debemos aproximarnos, según Searle, teniéndola por un asunto de todo o nada. Las aproximaciones parciales, por bloques, la búsqueda de correlatos neuronales de la consciencia visual, auditiva, etc, parten, según su parecer, del error de considerar la consciencia como la suma de sus partes, y no como un fenómeno unitario, que toma formas visuales, auditivas, táctiles, lingüisticas...

1. ¿Qué es la consciencia? ¿Qué sabemos sobre ella? ¿Qué ignoramos?
La consciencia consiste en estados internos de sentimiento, sensación o darse cuenta. Existen en el cerebro en todo momento en el que estamos completamente despiertos, y existen a veces cuando dormimos, en forma de ensueños. Sabemos que están causados enteramente por procesos cerebrales, y típicamente los procesos cerebrales mismos están causados por estímulos externos, como en el caso de la percepción. Sabemos bastante sobre la estructura de la intencionalidad de la consciencia y la distinción entre la consciencia de acción, que es activa, y la consciencia de percepción, que es pasiva. Lo que ignoramos es la respuesta a la cuestión crucial: ¿cómo exactamente son causados los procesos conscientes en el cerebro, y en qué partes del cerebro y cómo tienen lugar exactamente? También sabemos que la consciencia funciona causalmente en la producción de la conducta. Parte de nuestro problema en el estudio de la consciencia resulta de haber heredado una serie de anticuadas categorías del siglo XVII, pero mucha de nuestra ignorancia es cuestión de no entender cómo exactamente causan la consciencia los procesos cerebrales.
2. ¿Hasta dónde cree que puede llegar la inteligencia artificial? ¿Dónde están los límites de lo que podemos crear?
Todo depende de qué quiera decirse con "inteligencia artificial". Si quiere usted decir producir artificialmente estados intencionales y consciencia, no sabemos hasta dónde podemos llegar. Desafortunadamente, “inteligencia artificial” típicamente significa usar ordenadores digitales para simular la consciencia, y aquí hay en principio límites a lo que puede hacerse por dos razones que he explicado en detalle en otros escritos. A saber, la computación en este sentido consiste enteramente en procesos sintácticos generalmente considerados manipulaciones de símbolos en un sistema binario, como ceros y unos. Y sabemos que cualesquiera procesos sintácticos semejantes no podrían por sí mismos ser suficientes para la consciencia. Además, sabemos que la simulación por sí sola no es duplicación. No hay límites, que sepamos, a qué procesos mentales pueden simularse. Pero, por supuesto, una simulación no es lo mismo que producir el auténtico fenómeno. Si queremos producir consciencia artificialmente, tendríamos antes que entender cómo lo hacen los cerebros y entonces intentar usar algún mecanismo creado artificialmente. Como no sabemos cómo lo hacen los cerebros, no sabemos hoy cómo crear un tal mecanismo. Pero no hay límites a priori conocidos a cuán lejos puede llegar la inteligencia artificial si la consideramos un proyecto de investigación científica que intenta simplemente simular, y no duplicar verdaderamente, los procesos inteligentes de la consciencia.
La expresión "inteligencia artificial" es desafortunada porque es doblemente ambigua. Un X artificial puede ser un auténtico X creado por medios artificiales, o algo que no es un auténtico X, sino sólo una imitación de X. Por ejemplo, los tintes artificiales son auténticos tintes, producidos químicamente. La vainilla artificial no es auténtica vainilla. Así pues, con la inteligencia artificial ¿debemos pensar que es inteligencia de verdad producida artificialmente, o meramente una falsa imitación de la verdadera inteligencia? “Inteligencia” también es ambiguo entre un sentido independiente del observador, en el que seres humanos reales exhiben verdadera inteligencia, y un sentido relativo al observador o derivado, en el que, por ejemplo, las calculadoras de bolsillo son inteligentes. Si con “inteligencia artificial” quiere decirse simplemente producir artificialmente algo que tenga inteligencia en este sentido relativo al observador, entonces la tenemos ya. Ya tenemos calculadoras de bolsillo que pueden superar a cualquier matemático competente. La inteligencia artificial en este sentido es trivialmente fácil de conseguir, y de poco interés filosófico o psicológico. El caso más interesante es el sentido en el que no producimos inteligencia relativa al observador, sino verdadera y literal cognición de la clase que tenemos los humanos, y en realidad no sabemos cómo hacer eso porque no sabemos cómo lo hacen los cerebros humanos. Y sabemos por adelantado que no puede hacerse simplemente con una simulación de ordenador, porque los procesos sintácticos de la computación no son constitutivos ni suficientes para los procesos, con contenido semántico, de la cognición humana.
3. ¿Cómo pudo desarrollar la evolución un dispositivo capaz de aprender y entender el chino?

No conocemos los detalles de cómo produjo la evolución las actuales capacidades cognitivas de los cerebros humanos, pero tenemos una idea general de los mecanismos de mutación y selección natural; y como los procesos han funcionado durante varios miles de millones de años, digamos 3.500 millones de años, no es difícil concebir cómo pueden haber evolucionado sistemas muy elaborados, como los nuestros. Yo no considero la evolución problemática de ninguna manera, y no tengo contribuciones originales a la teoría de la evolución.
4. ¿Qué es especial en la realidad social que la distingue de sus miembros y de su entorno?
Lo fascinante es que entre los animales, y aun entre los primates, sólo los humanos desarrollaron algo como el lenguaje humano. Y dado nuestro lenguaje humano, se hacen posibles para nosotros toda clase de cosas que no son posibles para especies que carecen de un lenguaje de esa clase.

Si por “realidad social” quiere decirse simplemente la realidad que incluye cooperación social entre animales, entonces la realidad social es muy común entre los llamados “animales sociales”. La forma de realidad social que me resulta más interesante es la que incluye lo que llamo “realidad institucional”. Y esto incluye crear hechos tales como hechos sobre dinero, propiedad, gobierno, matrimonio, universidades y transacciones económicas, que requieren para existir un cierto tipo de representaciones lingüísticas. La realidad social y la realidad institucional en este sentido requieren lenguaje, y una clase particular de lenguaje. El lenguaje se usa para asignar funciones a objetos y a personas, funciones que son resultado de la asignación de estatus especiales tales que el estatus existe sólo por su aceptación colectiva y la función sólo puede desempeñarse en virtud del estatus. Las llamo “funciones de estatus”. En las sociedades, están por todas partes. Dinero, propiedad, gobierno, matrimonio, vacaciones de verano, universidades y cócteles son todos funciones de estatus. He escrito dos libros sobre las funciones de estatus: La construcción de la realidad social y Creando el mundo social. Las funciones de estatus son el adhesivo que mantiene unidas a las civilizaciones humanas.
5. ¿Qué es la intencionalidad, desde un punto de vista filosófico? ¿Cuál es la relación entre la intencionalidad y el poder político en la construcción de nuestra realidad social?
La intencionalidad es la capacidad de las mentes humanas y animales mediante la cual pueden representar objetos y estados de cosas en el mundo. Lo notable de la intencionalidad humana, como he mencionado en la respuesta a una pregunta previa, es que, dado el lenguaje humano, podemos usar nuestra intencionalidad para crear formas de poder que existen sólo por acuerdo o aceptación humanas, y estas son por ejemplo las clases de poder que se obtienen en los sistemas políticos como el gobierno de España o el de los Estados Unidos. Todo poder político es cuestión de funciones de estatus en el sentido que he explicado, y estas funciones de estatus las crean seres humanos usando el lenguaje en colaboración con otros seres humanos.

6. ¿Qué tiene de particular el ser humano que le hace diferente de otras especies? ¿Cómo podemos reconciliar el concepto de nosotros mismos con lo que sabemos de nuestra realidad física, los hechos básicos de nuestra naturaleza?
Los seres humanos difieren de otras especies en toda clase de aspectos. Los aspectos que me más interesan tienen que ver con la posesión del lenguaje y los extraordinarios poderes adicionales que vienen con la posesión del lenguaje.
7. ¿Seremos más libres cuando podamos explicar el libre albedrío en términos de maquinaria neurobiológica?

Todavía no sabemos si de verdad tenemos libre albedrío o si es sólo una ilusión. Para entenderlo tendríamos que aprender mucho más de lo que sabemos sobre las funciones cerebrales. Aun si resulta que carecemos de libre albedrío, la comprensión de nuestra maquinaria neurobiológica nos permitiría habérnoslas con el universo con mucha más efectividad que ahora.

8. ¿En qué trabaja ahora?
Estoy ahora trabajando en al menos dos libros y muchos artículos. Un libro es de filosofía del lenguaje (El lenguaje: una breve introducción) y el otro de filosofía en general (Filosofía: una breve introducción).

Ref: http://ilevolucionista.blogspot.com


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