viernes, 6 de mayo de 2011

Art.36.Animal prejuicioso (entrevista a Susan Fiske)

Prejuzgamos con pasmosa naturalidad, las más de las veces de forma inconsciente. Nuestras capacidades de raciocinio y comprensión, asociadas al lenguaje y a la consciencia, son un producto reciente de la evolución biológica. En general los seres vivos animados pasan su existencia muy atentos al peligro y a las oportunidades que se dan en un medio complejo, respondiendo deprisa a indicios conspicuos. Para ello el juicio instantáneo, que toma de toda la información entrante solamente unos pocos elementos característicos, es útil, pues puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Ante una figura oscura que se mueve entre el follaje conviene reaccionar deprisa. Del mismo modo no podemos demorarnos en tomar un fruto colorido y carnoso de la rama.
El medio humano es tanto natural como social. En este contexto en el que hay, además de las fuerzas de la naturaleza y otros agentes y pacientes biológicamente distintos, seres conscientes y autoconscientes de nuestra especie, que o bien colaboran o bien compiten con nosotros en el enmarañado juego social que hemos creado (según la circunstancia y los intereses respectivos “en juego”), el prejuicio sigue siendo una poderosa herramienta para juzgar rápidamente e impedir que se concreten peligros y se pierdan oportunidades. Pero no es un mecanismo perfecto, ni mucho menos. Como las ilusiones visuales, los prejuicios pueden ofrecer una imagen poco fiel de la realidad observada.
La realidad que más nos interesa es por lo general la que constituyen los organismos hechos “a nuestra imagen y semejanza”, siendo por tanto a la que más atención prestamos. Vivimos en un mundo de seres humanos, y aplicamos a ellos el mecanismo de juicio sumario: a partir de una serie de rasgos, gestos, sonidos, indumentaria, frases y otros detalles corporales, físicos, psicológicos y culturales elaboramos un bosquejo de la mente, circunstancia y valía de las demás personas en nuestros primeros encuentros, que en muchos casos, en esta sociedad multitudinaria, son los últimos. Prejuzgamos sobre los otros, y en ocasiones menospreciamos o sobrevaloramos a alguien por ser bajito o alto, oscuro o claro de piel, ir vestido elegantemente o con ropa informal o mono de trabajo, mirar tímida o desafiantemente o de forma neutral o con amable seguridad, decir una frase vulgar o ingeniosa...etc etc.
Al prejuzgar podemos dejar pasar oportunidades y correr peligros, de hecho. Pero aunque de manera bastante tosca, nuestros prejuicios se acoplan a la realidad y hacen que los aciertos sean en general mayores que los errores, o al menos la proporción de aciertos haya sido mayor en las cuestiones más relevantes y menor en otras de menor importancia. De otra forma el prejuicio habría sido progresivamente eliminado en la evolución de nuestro cerebro social, por supervivencia diferencial de los menos prejuzgadores.
Susan Fiske, Profesora de Psicología de la Universidad de Princeton, ha centrado su investigación en los prejuicios, los estereotipos, la discriminación y también en cómo competimos, colaboramos y buscamos el poder en nuestras sociedades. No sólo ha observado el comportamiento de las personas, sino también su cerebro. Gracias a las técnicas de neuroimagen ha podido observar qué zonas del cerebro se activan cuando alguien prejuzga a otro. Y con ello ha podido demostrar algo que en psicología ya se suponía desde hace tiempo: que consideramos y tratamos a ciertas personas, bajo determinadas circunstancias, como animales o como objetos. Quien sea el paria dependerá en parte de la cultura, pero cómo lo percibimos, lo juzgamos implícitamente y como nos relacionamos con él lo hará en gran parte nuestra naturaleza prejuzgadora, esa que nos ayudó a sobrevivir durante cientos de miles de años en un entorno de seres humanos potencialmente amigables u hostiles.
1.-¿Cuál cree que es la razón evolutiva de los prejuicios y los estereotipos? ¿Qué función cree que desempeñan?
Las personas han necesitado siempre formar juicio con rapidez sobre otras personas como individuos y como miembros de un grupo. Las dos decisiones críticas son a) calidez: si el otro tiene intención de ayudar o de perjudicar, y b) competencia: su capacidad para llevar a cabo esas intenciones. Las personas juzgamos un rostro individual en estas dimensiones en menos de medio segundo. También juzgamos en estas dimensiones a grupos sociales (por ejemplo, inmigrantes), evaluando la amenaza.
2.-¿Qué redes neurales se activan cuando prejuzgamos?
La amígdala se activa durante la percepción de rostros individuales, lo que indica importancia emocional, especialmente negativa, y desencadena vigilancia ante rostros poco fiables, por ejemplo. Al estereotipar grupos sociales el córtex prefrontal medial (CPFm) se activa para endogrupos y exogrupos moderados (por ejemplo ancianos o discapacitados, que son cálidos pero no competentes, y personas ricas o profesionales, que no son cálidos pero sí competentes). Sin embargo, los exogrupos más extremos (personas sin hogar, drogadictos), que no son ni cálidos ni competentes, no activan el córtex prefrontal medial. Esto importa porque el CPFm se activa cuando las personas piensan sobre las mentes de otras personas: sus pensamientos y sentimientos. Así que en la práctica los ínfimos de entre los humildes quedan deshumanizados. La gente declara que no puede imaginarse las mentes de personas sin hogar, no trataría con ellos, etcétera. Dado que declara también desagrado ante estos marginados, los están viendo como si fueran basura o roedores.
Puede ocurrir otra clase de deshumanización: que se vea a un grupo no como a animales, sino como a objetos. Los varones sexistas hostiles (que ven a los géneros como mutuos competidores) desactivan el CPFm cuando ven mujeres en bikini. Estas imágenes activan áreas de uso de herramientas en los cerebros de los varones, además de pensamientos asociados con actuar sobre esas imágenes, más bien que con que las mujeres representadas inicien la acción. En otras palabras, se las ve más como objetos que como agentes.
3.-¿Cómo competimos entre nosotros? ¿Cómo compiten varones y mujeres? ¿Existe alguna posibilidad de canalizar la competencia para hacerla más suave?
Algunas personas y grupos sociales comparten nuestros objetivos pero otros compiten por recursos con nosotros. La gente compite por recursos tangibles pero también por recursos simbólicos como el reconocimiento social. Varones y mujeres pueden cooperar o competir en tres áreas principales, cada una con un tipo subjetivamente benevolente y uno hostil:

—intimidad heterosexual (placer recíproco, contra: los varones dominan a las mujeres para su propio placer, que las mujeres podrían usar para explotar a los varones);
—estatus social (los varones deberían proteger a las mujeres, que están indefensas, contra: los varones deberían dominar a las mujeres, que pueden amenazar el estatus de los varones), y

—papeles de género (varones y mujeres tienen papeles distintos, lo que hace felices a todos, contra: las mujeres están compitiendo para asumir los papeles de los varones).

Ocurren cambios en estas relaciones hostiles y benevolentes cuando las sociedades se hacen más igualitarias, según comparaciones interculturales de las medidas de desarrollo de género de la ONU (por ejemplo educación de las mujeres, trabajo, salud)
5.-¿Es el hombre un animal político que busca el poder, tal como sugirió Aristóteles?
Las personas buscan tanto gustar como ser respetadas. El gustar está relacionado con la integración social, y el respeto con el poder y el estatus. Las personas quieren tanto conexión social (gustar) como control sobre el desenlace de sus propias acciones (poder).
6. ¿Son nuestra razón y nuestra moralidad solamente una delgada capa por sobre nuestra irracional y egoísta naturaleza?
Si entiendo su pregunta, ambas son importantes. Yo no creo que la naturaleza humana sea fundamentalmente interesada. Las personas hemos evolucionado para sobrevivir como miembros de grupos. El aislamiento social supone un riesgo mortal. Las personas se esfuerzan en llevarse bien con otras personas. La visión simplista de la evolución de que las personas se esfuerzan sólo en pos de su propio estricto interés no refleja la importancia del nicho social de las personas.

7.-¿En qué está trabajando ahora? ¿Cuál es su mayor reto intelectual? ¿Cuál el misterio que sueña con desvelar?
Nos interesa lo que separa a las personas entre sí, la envidia hacia los de un estatus más alto y el desdén hacia los de un estatus más bajo. La clase social es un ejemplo. Me gustaría aprender cómo unir a la gente entre diferentes niveles de estatus

Ref: http://ilevolucionista.blogspot.com

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